Tinta Sangre ECS-UCV

Grupo de discusión, lectura de poesía y escritura creativa

27 abril 2008

¡PALABRAS CON PESO!

Playa. Portugués. Sambil. Cotufas. Sushi.
Desnudes. Pizza. Comida de Vikingos.
El Recreo. Caricias. Tu cuerpo.
iTunes. Coca-Cola. Besos.
Fútbol. Mí cuarto. Frío.
Masajes. Tu cuarto.
Calor. Música.
Pepsi. Fotos.
Mi cuerpo.
Risas.
¿Nós?
¿Tu?
¿I?


¡Con los recuerdos se hacen fiestas y funerales!
Marsias, el que perdió su flauta.

09 marzo 2008

Diálogos


-¿Dónde está la poesía?

-¡Ja! Esa es una tonta pregunta de canción de amor. De ésas pop de los 80.

-Repito: ¿Dónde está la poesía?

-Ah, ¿es un reto?

-Tómalo como quieras.

-Bueno, ¿qué te parece esto? Para mí la poesía está donde menos te lo esperas.

-¿Cómo es eso?

-En el aliento enfermo de una anciana, en la mugre acumulada en la cara de un niño de la calle, en el llanto callado de alguien que rechaza una muerte inminente, en el temblor de una mano inquieta por tomar algo que desconoce, en la oscuridad de la habitación de una niña temerosa, en el rimel regado en la mejilla de una prostituta, en la suciedad de un piso de hospital maloliente, en la sorpresa de quien se sabe descubierto, en el silencio de un instrumento musical que ya su dueño no toca, en las páginas de un libro que nadie leerá jamás, en el resplandor de un botella de licor que yace vacía en el piso, en estas palabras (para algunos estúpidas) que no llegarán a ninguna parte y que, luego de despedirnos, ambos olvidaremos, porque hay que tomar un taxi, pagar el alquiler, comprar un kilo de carne molida, pelear con la conserje, simular un saludo cordial o, peor aún, disfrazar nuestro llanto eterno con una carcajada.

-Maldito.

Pólux

26 febrero 2008

Una lágrima en el ojo de un cronocopio



En algunas ocasiones, los ojos de cronopio brindan más dolor y angustia que alegría y poesía. Les toca traducir lo indescifrable, decodificar lo inexplicable. Lo peor es que, luego de alcanzada la hermenéutica, no encuentran un lenguaje propicio para retransmitirla o, en la mayoría de los casos, no cuentan con un auditorio de poetas, poetas de verdad, que se entusiasmen en la órbita de sus mundos compartidos y que se animen a escucharlos con sinceridad, porque también se requiere sinceridad (y mucha) para escuchar.

Las famas y las esperanzas, cada uno a su modo, ya no ordenan, ni engañan, ni bailan, ni sueñan, simplemente proyectan odio y desesperación. Unos como estratégicos y conscientes productores; otros como tristes e ignorantes consumidores. Las famas con su consabido método; las esperanzas con su ineludible e ingenua sumisión.

El país de los cronopios, las famas y las esperanzas se llena de discursos que esconden verdades; se inunda de escenarios virtuales (¿mediáticos?). Las famas quieren que las esperanzas piensen como ellos bajo un velo de engaño, pero no como ése que cantó el poeta alguna vez, sino como la seña del miedo y del poder quiere, desea, exige y desespera.

¿Lo más triste de todo? ¡Las esperanzas defienden a los famas! ¡Enarbolan sus banderas! ¡Repiten sus discursos! ¡Se ponen sus trajes invisibles! ¡Comparten sus viscosos nichos! ¡Beben de la misma cicuta!

¿Qué le queda al cronopio? Limpiar la lágrima que vierte tímidamente por culpa de la mentira velada de los famas y la estupidez hermosísima (pero en fin estúpida) de los esperanzas. Hurga en sus libros, ve películas, escribe un verso, busca las cartas de amor de su escritor favorito, escucha a Edith Piaf, piensa en las medias de huequitos, mira videos de Amy, toma una foto fuera de foco, invoca la trompeta de Armstrong y sigue la realidad desde su particular (pero propia y no impuesta) perspectiva.

Ah, y caza sonrisas...

Ésa es su única recompensa...

Cástor

25 febrero 2008

Que comience la funcion


Yo, la actriz secudaria que necesitas, para que con los ojos brillantes de pura inocencia te llene de luz.
Tú, el actor estelar de mi más hermoso montaje sobre estas tablas; el jocoso protagonista de esta tratragicomedia...más trágica que otra cosa...
Capaz de representar cualquier papel en tu vida,tu amante, tu amiga. Lloro aún tras telones y escondo mi rostro en cada libreto que trae el recuerdo de tu última y magistral actuación, adornada por el rechinar de la madera.
Tú, el más dulce y tierno caballero, o el más despiadado villano, siempre poseedor del especial talento de levantar mis mejillas, o hacerme llorar, sin mentiras, sin técnicas para producir el llanto.
Sólo ahora, sin el reflejo de las abrumadoras luces, sentada sobre estas butacas,percibo que fue nada mas una función, otra de tus funciones.

Afrodita

03 agosto 2007

No existes


¿Dónde están esas estrellas que me enseñaste alguna vez? Aquellas que me dijiste que estarías viendo al otro lado, pensando en mi como yo en ti.
Pensar que es el smog capitalino lo que no me deja verlas, sería engañarme y no asumir que ni esto, ni las estrellas , ni tu pensamiento hacia mi existe.
Ya no existen tus fuertes abrazos en los que me perdía y olvidaba del mundo. Sólo me queda el consuelo de imaginarte despierta, oyendo el latido de tu corazón, llorando a cántaros mientras finjo que todo es real.
Ya no existen tus profundos besos en los que se ahogaban las palbras, innecesarias al momento de demostrarte de esa forma que te amo.
Ya no existe tu sonrisa, que me hacía pensar que en ese instante no había otra dicha valedera más que la tuya y la mía; ya no existen tampoco esos labios que siempre, siempre tenían tiempo de decirme lo que sentían, dónde y cómo fuese.
Ya ni siquiera existe tu cuerpo, que día tras día se unía junto al mío en un solo orgasmo de vida, haciendo perfecto contraste, perfecto balance, y que me enseñó poro a poro lo que significa hacer el amor.
Ya no existes. Sólo existe tu recuerdo que insiste en no desvanecerse en el espectro espacio temporal con el resto de tu ser.

Afrodita

07 abril 2007

Indecisión


Se asomó la indecisión escondiéndose tras el velo de la naturalidad. Sacaba su nariz del borde la tela intentando oler los pocos pasos de racionalidad que caminaba casi invisiblemente por la calle oscura.
La esperaba.
Sus ojitos verdes se fusionaban con el brillo de la luna haciéndose cada vez más hermosa; tan lozana, tan inocente. ¡Tan malditamente macabra!
Cuando los pasitos de la borracha racionalidad resonaron en la esquina donde la aguardaban, la indecisión se abalanzó como lobo a su presa, golpeándole el ego; por segundos interminables discutieron y gritaron improperios... ¡Qué idiotas!
Finalmente, dominando a la racionalidad, la indecisión sacó una daga, la ondeó con fuerza sobre sus cráneos y justo en el momento que el cuchillo se estaba a punto de enterrar en el corazón del personaje, se detuvo.
La indecisión lloró amargamente en la posición aquella porque era cierto lo que decían, no podía matarla. No se atrevía. ¿No?

Skuld

Verdugo



Traga.
Pasa por la garganta los malos ratos y siente el calor del rencor recorriendo hasta el más minúsculo centímetro de tu estómago.
Traga.
Es lo correcto; lo necesario.
No drenes ni botes lágrimas. Nunca pienses racionalmente la forma más humana de vengarte, solo trágate esas palabras y fabrica los jugos putrefactos que yo me encargaré de esparcir por su faz.
Cierra los ojos mientras te escupe las verdades y traga tranquilamente. Ten la seguridad plena que ese amargo sabor que sientes tú ahora, lo sentirá él o ella, mil y una vez más asquiento, más desagradable todavía; mucho más.
Ahora, voltéate y camina. Aléjate sin más ni más, y dame la potestad de actuar a mi antojo (siempre pensando en ti, obviamente).
Devolveré cada sílaba degradante y cada gesto infame a aquel que te lastimó. Mataré a quien te insultó y cubriré con mierda a quien te escupió los pies. Golpearé a quien difamó a tu madre y decapitaré a cualquier idiota que te haya dado la espalda.
Protegeré a quien tragó contigo y alabaré a quien te dio la mano, aunque ten por seguro, que al único a quien soy fiel realmente, es a ti; los demás y sus ramas me tienen sin cuidado: me tienen alerta.
Soy tu ángel y tu demonio. Tu destierro y tu pasividad. Tu amigo y tu verdugo. Tu cuchillo y tu pluma. Soy tu savia, tu ojo, tu deseo, tu amor. Soy tu vida y tu destino.
Soy tú.

Verdandi